NATHALIE LAVOIE - SAGUENAY
Nathalie es artista visual, creadora y curadora. Desde hace tiempo realiza largas residencias en zonas cercanas a su casa vinculándose con granjas agroecológicas, productores locales y paisajes endémicos. Es originaria del poblado de La Baie, ubicado en el municipio de Chicoutimi, al sur del lago Lac Saint Jean, muy cerca del Fiordo del Saguenay y a muchos kilómetros al norte del Río San Lorenzo.
Su entorno más cercano transita entre lo urbano, industrial y rural. Alrededor existen desde importantes fábricas de aluminio (Río Tinto) hasta amplias zonas boscosas con abundante agua (Parque Bec-si). El clima es extremo, en invierno pueden llegar a vivir a menos 40 grados.
Nathalie y yo nos conocimos en 2013 en un taller de Pol Pelletier, pedagoga, dramaturga y actriz canadiense que admiro profundamente. A lo largo de 10 años intercambiamos correos para contarnos sobre nuestros procesos creativos y contextos, siempre añorando reencontrarnos. Cuando lo logramos este verano, lo que resultó fue Residence chez-moi, que en francés significa “Residencia en mi casa” y que reúne al menos tres elementos interconectados: el hábitat, la vida cotidiana y la creación.
Es decir, lo que decidimos hacer Nathalie y yo consistió en dejar transcurrir el momento presente poniendo en práctica nuestras estrategias creativas, siendo guiadas por el ritmo de la vida diaria e impulsadas por la confianza, la curiosidad y la autogestión. Esa decisión parece simple pero involucra tiempo, espacios, disposiciones y economías específicas.
Desayunar con libreta y grabadora en mano; pasear por el bosque colocando los bordados o mirando la cámara nocturna; cocinar, leer, limpiar, arrancar y morder hojas del huerto; visitar a artistas y gestores en centros de creación y producción de arte; instalar nuestros dibujos, fotografías y esculturas en uno de los estudios-taller de la casa; ir al supermercado; convivir con Moly su gata semi salvaje; hacer fuego; tomar tisanas; visitar granjas agroecológicas y encontrarse con comunidades aledañas. A cualquier hora, en exteriores o interiores, en silencio, estirando el cuerpo o conversando nunca dejamos de intercambiar ideas, referencias, estrategias de trabajo, materiales de obra, historias de vida, información sobre nuestras culturas locales y una infinidad de otras inquietudes. La producción artística fue abundante y respondió al mismo y único diálogo interdisciplinar que inició desde mi llegada a Saguenay.
¿Cuál sería el sentido creativo de residir en la propia casa? ¿Qué tipo de criterios de cuidado, convivencia, aprendizaje se ponen en juego? ¿Qué desplazamientos físicos, psicoafectivos, simbólicos, culturales operan allí? ¿Cómo se articulan y activan los espacios y sus distintas materialidades y funcionalidades para facilitar encuentros humanos y más que humanos estimulados por procesos artísticos? ¿En este contexto cómo se ven afectadas y afectan nuestras realidades somáticas a las realidades del entorno? ¿Cada gesto cuenta? ¿Dónde empiezan y acaban los gestos, la casa y el acto de residir? ¿Las categorías del valor de una pieza artística se modifican cuando la producción sucede allí? ¿Qué otros fenómenos, aprendizajes y objetos se gestan? ¿En ese contexto producimos arte o producimos experiencia o es lo mismo? ¿La convivencia es un modo colaborativo de crear y recrearnos? ¿Cómo se pueden socializar estos procesos? ¿Dónde, cuándo y cómo? Y más puntualmente, ¿La presencia física en un espacio físico concreto (Saguenay, Québec, casa de Nathalie) es relevante para los fines procesuales de Gestos para la tierra? ¿Los bordados como mensajeros y piezas relacionales se potencian, se transforman, movilizan estados psicoemocionales, saberes o maneras de convivir en casa y fuera de ella?
El tiempo de residir, asumiendo nuestras especificidades, combinado con el tiempo de la cotidianeidad le da un carácter particular a la creación.
Pienso que para Nathalie y para mí la intención de este gesto de Résidence chez moi puede ser pivotar el ritmo de la vida y las costumbres otorgándole a cada movimiento y decisión el brillo de algo nuevo. Somos experimentadoras e investigadoras y somos creadoras porque la cotidianeidad es un laboratorio, un observatorio, un dojo, un huerto.
El ejercicio de residir en casa es un gesto que puede implicar relaciones íntimas y personales con el territorio -incluidos los cuerpos- así como extensas y transpersonales. Esto tiene que ver con la noción de circulación de los espacios y su memoria afectiva. El centro llamado “la casa” desde donde pareciera que se gestan las ideas y acciones vinculadas a un entorno no es el único centro. En ese sentido, todas las comunidades tienen claro ese continuo intercambio entre el adentro y el afuera de maneras distintas, pues no resulta lo mismo un traspatio o solar maya, que el patio de una vecindad en la Ciudad de México o el jardín de la casa de Nathalie. Pero la pregunta es ¿qué pasa cuando nos damos cuenta que los procesos de vida y creación se entretejen en los territorios cotidianos para potenciar prácticas artísticas, somáticas y de cuidado específicas? Me gustaría pensar que todo esto tiene algo de resiliencia y que desde esa perspectiva los bordados de Gestos para la tierra amplían su sentido y razón de ser.
LAS MANOS, LOS HILOS Y LAS FRASES
Acción de tejer hilos en árbol de Nathalie Lavoie y Tania Solomonoff. Acción en video de Nathalie Lavoie.
Impresión de manos de Nathalie Lavoie, Camille Renarhd y Tania Solomonoff
Producción Centro Sagami, en ciudad de Alma, Saguenay.