Acción Chiara Fossati: Vestir la cabaña. Foto Tania Solomonoff, Rurart. L’Estrie, Québec, 2023

GESTOS PARA LA TIERRA O LAS FORMAS POSIBLES DE ESTAR JUNTOS
QUÉBEC, 2023

 

Este documento resume el recorrido que realicé en el marco de la residencia artística Gestos para la tierra o las formas posibles de estar juntos entre los meses de agosto y septiembre del 2023,
por distintos territorios de la provincia de Québec, Canadá. Viví en la ciudad de Montreal y las regiones de Saguenay, Mauricie y la Estrie.
Durante ese período sucedieron infinidad de intercambios entre seres humanos y más que humanos, distintas materialidades y territorios.

La consigna principal de este particular multi-intercambio trans-territorial fue migrar y ofrecer el proyecto Gestos para la tierra https://taniasolomonoff.work/gestos-para-la-tierra-2021
y producido junto a Rosaura Peraza Miranda y Flori Chan Bacab, mujeres meliponicultoras y bordadoras de Maní, Yucatán, México.
El resultado fue una serie de 28 bordados hechos a máquina, con hilo de color y en manta cruda, y que en este viaje se trasladaron para ser utilizados de distintas maneras a modo de imágenes,
objetos o escritura expandida, dependiendo del contexto y el sentido que se les quiso dar.

La estancia fue posible, entre otros apoyos, gracias al impulso de mujeres artistas y autogestoras de Québec, la mayoría colegas y amigas que generosamente me dieron acceso a sus comunidades y entornos,
Lo que me permitió convivir rodeada de sensibilidades y formas de hacer y pensar el mundo.
Una convivencia sostenida por un pensamiento ecológico, somático y por una economía de la coexistencia ejercida desde la autonomía, la confianza y la libertad creativas.

A su vez, y de manera cotidiana a lo largo de la residencia tuve contacto directo con lógicas humanas y más que humanas de vida-muerte de bosques, humedales,
cultivos biodinámicos, casas, granjas, lagos, fiordos, ríos, colinas y una diversa fauna y flora doméstica y salvaje.

 

GESTOS PARA LA TIERRA
O LAS FORMAS POSIBLES DE ESTAR JUNTOS
QUÉBEC, 2023
PUBLICACIÓN DIGITAL

(EN CONSTRUCCIÓN)
https://bit.ly/Gestos_Canada

Co-Creación México:
Flori Chan Bacab, Rosaura Peraza Miranda y la participación de Melisabel del Carmen Correa.
Co-creación Quebec:
Camille Renarhd, Nathalie Lavoie y Tania Solomonoff
Coproducción Quebec:
Camille Renarhd (Atelier LO), Nathalie Lavoie, RURART Laboratorio Agrocultural y Tania Solomonoff.
Colaboraciones Ferme La Généreuse: Camille Lacelle-Wilsey, Chiara Fossati y Francine Lemay.
Secretaría de Cultura y Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de México

 

Los bordados: el mensaje, su polisemia y plurifuncionalidad

El cuerpo visible e invisible de este proyecto está anclado en los 28 bordados creados en Maní, Yucatán. Concebidos como soportes relacionales y capaces de producir mediaciones sensibles, los bordados intentan establecer puentes entre los seres y los territorios específicos a donde llegan. Fueron hechos para portar y ofrecer la energía gestual de Rosaura, Flori y mía. Energía corporal y somática sumada a las dimensiones simbólica, afectiva, mística, ecosistémica, económica y sociocultural de nuestros entornos.

Cada uno de los bordados y en su conjunto son parte de nosotras y son parte de nuestras comunidades (como ellas se autodefinan). Al viajar a otros lugares, ese caudal también se desplaza. Son una familia “amarrada” por nuestros lazos de amistad. La amistad es un concepto clave en Gestos para la tierra. Es la fundación y su razón primera, lo que alimenta e impulsa los vínculos, las interacciones y el sentipensar.

Es así que los bordados son emisarios y canales de algo que fluye y acontece. Cuando se establece contacto con ellos un efecto-afecto puede activarse en el encuentro con las personas y los sitios. Los tres elementos cuerpo-bordado-entorno se interrelacionan.

Un aspecto que también se revela al compartir las piezas bordadas es que son mensajeras y que al igual que los insectos polinizadores llevan información de un lado al otro. La información pasa a través del hilo, el color, la manta, la voz y el cuerpo de quien las ofrece y recibe. Sus cualidades de peso, textura, forma y figura se transmiten por las manos, la cara, la espalda y los pies hacia la hoja, la rama, la piedra, el agua y viceversa, despertando una circulación del sentido de lo vivo en múltiples direcciones. Otra particularidad es que pueden permanecer reposando en un mueble o volverse completamente nómadas. Incluso pasar una noche en el fondo de un lago. Es así, que se toman su tiempo y se toman su espacio. A veces son olvidados y después reaparecen.

Finalmente, son telas, diseñadas y manufacturadas que resultan polisémicas y multifuncionales. Tienen la capacidad de convertirse en huellas cromáticas de movimientos corporales, en consignas que guían una caminata, en objetos para adornar una casa o en un vocabulario visual de vegetales, entre muchas otras posibilidades.

Lo que albergan los bordados son mensajes abiertos pues están siempre listos a cambiar o a perder su función y sentido.

Recibimientos de cada ser y lugar

Siempre tuve la impresión de que al llegar a los distintos sitios lo primero que sucedería sería un recibimiento.

El recibimiento lo interpreto así: ser recibida por alguien en algún lugar donde es posible ejercer un cuidado y nutrir un caudal de energía que se organiza en ambas direcciones, de ida y de vuelta. Es, esencialmente, un acuerdo fundado en la confianza que muchas veces no se sabe hacia dónde conduce pero en el cual se cree. Lo que quiero decir es que no se llega porque sí a un lugar. Una se orienta hacia algo que la convoca y que desea convocar. Entonces, llegamos y nos encontramos. Estamos juntxs. Para lograrlo se despliegan infinidad de intercambios, ajustes y economías de todo tipo.

En cada contexto donde se establece un recibimiento la persona que recibe es portadora de un gran caudal de información, que puede afectar a quien llega y viceversa. Ese caudal es donde Gestos para la tierra encuentra tierra fértil y se dispone a cosechar experiencias. Con esto, lo que me interesa es reflexionar sobre la potencia de la vida personal y cotidiana atravesada por los proyectos de las comunidades locales. Sea en una calle de Montréal, en una granja de flores de Saguenay o en un antiguo bosque de L’Estrie, cada territorio alberga colectividades humanas y más que humanas en crecimiento y transformación.

STUDIO D - CAMILLE RENARHD - MONTREAL

Camille Renarhd y yo, principalmente, somos amigas pero también somos colegas. Nos conocimos en Ciudad de México en el 2008 en un café de la Colonia del Valle.
A partir de ese momento hemos intercambiado infinidad de experiencias creativas y de vida.
En el 2022 ya habíamos conversado de reavivar un intercambio entre México y Québec y juntas planificamos la residencia en los meses previos a que comenzara.
Durante mi estancia en Montreal trabajamos en el Studio D que funciona a modo de cooperativa de artistas, es un bello espacio en el barrio de Mile End.
El plan de actividades se basó en distintas prácticas que consistieron en: conversar sobre nuestras inquietudes y momento de vida,
hacer meditaciones activas de Osho y lecturas de Tarot; revisar nuestros cuadernos y explorar los bordados de manera alternada.
Resumo y parafraseo algunos hallazgos juntas:
Una rama de nuestras creaciones es provocar metodologías del encuentro;
Una praxis del encuentro es crear de manera colaborativa;
Nos interesa una metodología de la “résurgence”, del reaparecer.
Hacer aparecer lo que ya portamos en el ensemble Camille-Tania y lo que resulte de ello;
Nos sostenemos por una economía de la coexistencia en la cual se gestionan nuestros recursos y los del lugar;
Al colaborar se pone en movimiento una ecogestión que no siempre es evidente hacia afuera y que es importante de visibilizar;
Nos importa la claridad de la autoría y el cómo nombrar lo que hacemos cuando hacemos en relación con otrxs.
Otra potente palabra que surgió en las exploraciones y en relación con los bordados fue tentar, ir a tientas y a la vez tentarnos como maneras de vivir y hacer las cosas.
Despertar la tentación y la caricia. Estar en contacto con los territorios provoca una fuerte carga de sensualidad. Ir a tientas dejándote tentar.
Camille tiene una especial capacidad para abrazar el detalle, la sutileza y la fuerza.
Ofrece estructura y solicita estructura en las dinámicas que propone, siempre apelando a la fluidez, la ética y a una cualidad estética sensible y congruente.
Su presencia en Rurart (L’Estrie) fue fundamental para poder situarme en el contexto y encontrar vías de creación en un lugar tan vasto.
Fue un apoyo que agradezco infinitamente.

 
 

RURART LABORATORIO AGROCULTURAL - L’ESTRIE

 
 

Rurart se autodefine como un Laboratorio agrocultural en un medio rural. Su territorio comprende la Granja La Généreuse donde Amelie Choquette Lemay y Francine Lemay, hija y madre, viven con sus familias. También residen otras 6 familias en un complejo de cabañas.

Francine llegó a Cookshire-Eaton en los años 80 's. Compró la propiedad con su esposo Gaétan Choquette y juntos decidieron levantar un cultivo agroecológico de manzanas. El cultivo se convirtió en proyecto pionero de agricultura biodinámica en Québec. En ese mismo predio fundaron una escuela siguiendo la pedagogía de Waldorf basada en el arte y donde Amelie estudió hasta la secundaria.

El territorio originario alberga una gran biodiversidad y pertenece a la Nación Abenaki que significa “los que viven a la salida del Sol”. Estar allí genera una sensación de inmensidad y vitalidad, cuanto más se recorre lo que permea es abundancia. La extensión total del territorio es de 90 hectáreas que comprenden huertas, un invernadero, campos, 6 km de senderos forestales, dos estanques, refugios, un salón estudio y una antigua construcción tipo granero de madera restaurada.

Transitarlo es un acto poderoso.

 

CHIARA Y LA CABAÑA

Convivir durante 30 días en un espacio de 4 x 4 metros, con 3 ventanas, hecho de madera al borde de un extenso bosque de pinos, sin luz eléctrica, una cama que se vuelve mesa, una mini biblioteca de libros sobre naturaleza canadiense, algunos pequeños espejos, una cocineta a gas (que nunca se usó) y acceso a un baño ecológico. Ese es el lugar donde Chiara vivía cuando la conocí. Una cabaña verde al fondo del predio de la Generosa justo donde empieza la Fôret,
el Bosque de antiguos pinos. Originaria de Suiza, vive en Montréal desde hace casi 3 años. Estudia una maestría en artes visuales y se dedica a la escenografía y el cine. Su estancia en Rurart respondía a su ganas de salir de la ciudad, vivir un tiempo en un medio rural y en relación con otros artistas. Su presencia fue otra de las mediaciones clave para sentirme cómoda y recibida en Rurart. Como decía, los recibimientos son gestos que se extienden en el tiempo y el espacio. Por un lado, decodifican los ritmos establecidos del contexto pero también permiten que se vayan estableciendo nuevos códigos, encuentros e intercambios. Chiara me ayudó a esa decodificación de una manera amorosa. Compartimos la cocina, la ducha y los espacios de la gran Granja. Cuando Camille nos visitó fue todo más fluído y nos acercamos mucho. Las tres nos propusimos hacer distintas actividades, una importante fue realizar un largo recorrido por la Fôret con los bordados para después sumergirlos en el estanque, limpiarlos y plancharlos. Dejarse acompañar por los bordados es una de las consignas principales del porqué fueron hechos. Colocarlos en la espalda, arroparse, cargar objetos, acercarlos a las plantas y animales para encontrar analogías o simplemente reacciones. Hacerlos propios a la vez de que se los va situando en el entorno. Chiara encarnaba muy naturalmente esos procesos. Su relación con los bordados me pareció fascinante. Suave, sutil, sencilla. Su manera de portarlos, tocarlos, descubrirlos y preguntar sobre su origen y producción me permitió observar con más claridad una especie de poética personal. A lo largo de la residencia, en cada lugar, me di cuenta que las personas se acercan a los bordados de maneras distintas y que, por momentos, es posible observar cómo se entretejen sus bagajes e historias de vida en contacto con la especificidad de los territorios. ¿Qué atrae a qué? ¿Cómo sucede esta convivencia? ¿Qué tipo de relatos o dramas se están trazando o restaurando allí? A veces con pequeñas y simples acciones. Juntas decidimos vestir la pequeña cabaña donde vivía con el gran bordado. De esa acción resultó un video que también se mostró en el cierre de la residencia.

FRANCINE Y EL HUERTO

Me gustaría pensar que, a través del encuentro con las piezas bordadas de Rosaura y Flori y los gestos corporales, verbales, sentipensantes, silenciosos de cada ser, se van descubriendo formas de establecer relaciones. Una comprensión y lógica particulares construidas desde la subjetividad y la especificidad de cada entorno. Las acciones pueden ser íntimas y autorreflexivas, transpersonales y cosmogónicas. Lo que sucede, finalmente, es una especie de diálogo sensible, momentáneo y fugaz, tal vez, pero que da luz sobre algo que tiene que ver con el mundo y nuestra eco-pertenencia.

Cuando conocí a Francine y su huerto de verduras, frutas y plantas endémicas algo se organizó en mi interior. Con ella siempre me sentí enriquecida y cómoda. Después de entrevistarla, mientras caminábamos por el campo de manzanos, entendí que su filosofía de vida estaba ligada a una visión ecológica y humanista.Decía algo así: -Me doy cuenta que cada vez tengo menos control sobre este lugar y, aunque lo he cuidado por muchos años, ahora más que nunca lo suelto y disfruto ver cómo la vida se manifiesta con toda su fuerza-. Un día le propuse a Francine que instalara los bordados en el huerto, un lugar de gran valor donde conviven infinidad de seres y energías constructivas. Es un espacio de cuidados cotidianos, arduo trabajo, estudio e investigación sobre los seres vivos, la Tierra y su relación con el Cosmos. Antes de viajar a Saguenay instalamos los bordados. Nos acompañó la artista Camille Lacelle-Wilsey quien vive en Rurart y filmó la acción. Ese video se presentó en el cierre de la residencia junto a otras actividades y creaciones colectivas. Lo que percibí en la relación de Francine con las piezas de Gestos para la tierra fue un regalo. Un regalo expansivo y una especie de pedagogía experiencial y experimental sobre el sentido de la vida. Sobre cómo podemos enfocarnos y tomar decisiones para ayudar a que el mundo orgánico, del que venimos y en el que vivimos, se mantenga sano. Sobre cómo ser más felices, sin destruir sino al contrario, queriendo y cuidando lo que se nos ofrece. Todo esto me fue transmitido por Francine en un lenguaje concreto, sencillo y a la vez profundo, dejando ver su propia experiencia de mujer agricultora y docente. Me sorprendió su lenguaje corporal. Mientras hablaba movía el rostro y las manos. Inhalaba, exhalaba, abría y cerraba los ojos, extendía los brazos tratando de explicarme el crecimiento horizontal y vertical de los árboles o cómo una flor se convierte en fruto. Era igual a estar en una clase de movimiento expresivo de Río Abierto o en una improvisación de butoh. Todo ello me confirmaba que su formación era integral. El acto de la transmisión es esencial para Francine. Y eso es algo que también he observado en la convivencia con los agricultores y apicultores mayas de Yucatán. Transmitir el propio saber a las próximas generaciones es el legado intangible capaz de conservar la vida, la biodiversidad de los ecosistemas y la riqueza de las comunidades. Cuando Francine colocaba cada bordado sentí que conversaba con el huerto. Acariciaba, con muchísima sabiduría aquello que le había sido ofrecido durante años y del cual era protectora. Su conexión con Rosaura y Flori fue inmediata, las convocó a través del tacto y la palabra, les agradeció y se hizo acompañar por ellas a lo largo de toda la acción. Rurart fue el espacio de residencia donde más estuve y se dividió en dos períodos: al inicio, después de mi llegada a Montréal, y al final del viaje para cerrar la residencia en su globalidad. Allí me enfoqué en una práctica cotidiana que consistía en caminatas, momentos de contemplación, movimiento al aire libre, dibujos bajo el sol, meditaciones activas, regar el huerto, recoger verduras maduras, sacar fotos, hacer videos. Todos los días me ejercitaba en planificar y al mismo tiempo en dejarme guiar por los espacios. Me fui disponiendo al placer, la relajación corporal y somática. A ello se sumaron encuentros con otros habitantes de La Generosa, sobre todo mujeres. Fue así que me crucé con Chiara Fossati, Camille Laselle Wilsey y Alex-Ann Boucher. Junto con Amélie hicimos una exploración grupal mediada por los bordados. Me llamó mucho la atención un gesto que se repetía entre ellas: leer las frases en voz baja, casi susurrando, siguiendo la fonética en español para después preguntar qué significaba.

ACCIÓN PUBLICA RURART

Durante una semana me di a la tarea de reunir y organizar lo más significativo de los materiales y experiencias producidas en Montreal, L’Estrie, Saguenay y la Mauricie a lo largo de dos meses. Se seleccionaron videos producidos en el 2021 en Maní durante el proceso creativo con Rosaura y Flori; se editaron videos de las acciones de Vestir la cabaña con Chiara y la instalación de los bordados que hizo Francine en el huerto; se dispuso en el piso del salón-estudio un amplio mosaico de registros gráficos, escritos y fuentes editoriales producidos por Nathalie Lavoie, Camille Renarhd, Sam Kerson y míos, junto con libros, folletos y mapas, acompañados de objetos naturales e intervenidos provenientes de cada lugar. La Acción Pública Gestos para la tierra o las formas posibles de estar juntos consistió en una jornada de recorridos, conversaciones, dinámicas de movimiento y muestra que duró 6 horas. Los escenarios fueron sitios significativos de Rurart: el campo de manzanos, la huerta, la antigua granja, la cabaña al borde del bosque de pinos y el salón-estudio de la casa principal. El programa de mano fue un mapa hecho a mano donde se trazó el plan del día. Iniciamos con una caminata de polinizadores guiada por la artista Jessica Renaud que concluyó ofreciéndonos miel y cera de sus colmenas. Después de un pic-nic de descanso, ya bajo mi guía, retomamos con movimiento corporal al aire libre para transitar a una instalación/ofrenda de bordados conducida por Francine. De allí, fuimos a ver la muestra de dibujos y registros acumulados en el salón-estudio. Por último, visitamos la vieja granja de madera para pintar con vegetales y tinta negra sobre dos grandes mesas de papel que albergaban las siguientes frases: LA VIBRACIÓN ORIGEN DE TODO / LA VIBRATION L'ORIGINE DE TOUT e INHALAR EL GESTO, EXHALAR EL GESTO / INSPIRER LE GESTE, EXPIRER LE GESTE, en español y francés, respectivamente. Concluimos mirando los videos, compartiendo productos locales y conversando sobre la experiencia del día y de la residencia en general. Gente nueva y conocida disfrutamos de la vastedad de La Generosa en un día de otoño soleado y agradable.

 

AUDIOS - ESCUCHAS

 

Intercambio con Camille Renarhd de impresiones y hallazgos de la semana de trabajo en Montréal, en estudio y con los bordados. Planificación y proyección de la residencia "Gestos para la tierra" en Québec.

Entrevista (parte 1) de Tania Solomonoff a Francine Lemay recorriendo el huerto ubicado en RURART, en la Granja “La Generosa”, L’Estrie, Québec.

Entrevista (parte 2) de Tania Solomonoff a Francine Lemay recorriendo el huerto de la Granja “La Generosa”, L’Estrie, Québec.

Entrevista a la artista local Jessica Renaud y caminata juntas por el huerto de Francine Lemay, posterior a su instalación de los bordados, en la Granja “La Generosa”, L’Estrie, Québec.

Exploraciones de movimiento en el entorno de RURART en la Granja “La Generosa”, L’Estrie, Québec.

Exploraciones del y en el entorno de RURART en la Granja “La Generosa”, L’Estrie, Québec.

Primeras conversaciones sobre el trabajo de Nathalie Lavoie en campos agro ecológicos de la zona.

Conversaciones sobre experiencias performativas y creativas de Nathalie Lavoie en torno a prácticas de meditación, dibujo y cuerpo.

 

NATHALIE LAVOIE - SAGUENAY

Nathalie es artista visual, creadora y curadora. Desde hace tiempo realiza largas residencias en zonas cercanas a su casa vinculándose con granjas agroecológicas, productores locales y paisajes endémicos. Es originaria del poblado de La Baie, ubicado en el municipio de Chicoutimi, al sur del lago Lac Saint Jean, muy cerca del Fiordo del Saguenay y a muchos kilómetros al norte del Río San Lorenzo.

Su entorno más cercano transita entre lo urbano, industrial y rural. Alrededor existen desde importantes fábricas de aluminio (Río Tinto) hasta amplias zonas boscosas con abundante agua (Parque Bec-si). El clima es extremo, en invierno pueden llegar a vivir a menos 40 grados.

Nathalie y yo nos conocimos en 2013 en un taller de Pol Pelletier, pedagoga, dramaturga y actriz canadiense que admiro profundamente. A lo largo de 10 años intercambiamos correos para contarnos sobre nuestros procesos creativos y contextos, siempre añorando reencontrarnos. Cuando lo logramos este verano, lo que resultó fue Residence chez-moi, que en francés significa “Residencia en mi casa” y que reúne al menos tres elementos interconectados: el hábitat, la vida cotidiana y la creación.

Es decir, lo que decidimos hacer Nathalie y yo consistió en dejar transcurrir el momento presente poniendo en práctica nuestras estrategias creativas, siendo guiadas por el ritmo de la vida diaria e impulsadas por la confianza, la curiosidad y la autogestión. Esa decisión parece simple pero involucra tiempo, espacios, disposiciones y economías específicas.

Desayunar con libreta y grabadora en mano; pasear por el bosque colocando los bordados o mirando la cámara nocturna; cocinar, leer, limpiar, arrancar y morder hojas del huerto; visitar a artistas y gestores en centros de creación y producción de arte; instalar nuestros dibujos, fotografías y esculturas en uno de los estudios-taller de la casa; ir al supermercado; convivir con Moly su gata semi salvaje; hacer fuego; tomar tisanas; visitar granjas agroecológicas y encontrarse con comunidades aledañas. A cualquier hora, en exteriores o interiores, en silencio, estirando el cuerpo o conversando nunca dejamos de intercambiar ideas, referencias, estrategias de trabajo, materiales de obra, historias de vida, información sobre nuestras culturas locales y una infinidad de otras inquietudes. La producción artística fue abundante y respondió al mismo y único diálogo interdisciplinar que inició desde mi llegada a Saguenay.

¿Cuál sería el sentido creativo de residir en la propia casa? ¿Qué tipo de criterios de cuidado, convivencia, aprendizaje se ponen en juego? ¿Qué desplazamientos físicos, psicoafectivos, simbólicos, culturales operan allí? ¿Cómo se articulan y activan los espacios y sus distintas materialidades y funcionalidades para facilitar encuentros humanos y más que humanos estimulados por procesos artísticos? ¿En este contexto cómo se ven afectadas y afectan nuestras realidades somáticas a las realidades del entorno? ¿Cada gesto cuenta? ¿Dónde empiezan y acaban los gestos, la casa y el acto de residir? ¿Las categorías del valor de una pieza artística se modifican cuando la producción sucede allí? ¿Qué otros fenómenos, aprendizajes y objetos se gestan? ¿En ese contexto producimos arte o producimos experiencia o es lo mismo? ¿La convivencia es un modo colaborativo de crear y recrearnos? ¿Cómo se pueden socializar estos procesos? ¿Dónde, cuándo y cómo? Y más puntualmente, ¿La presencia física en un espacio físico concreto (Saguenay, Québec, casa de Nathalie) es relevante para los fines procesuales de Gestos para la tierra? ¿Los bordados como mensajeros y piezas relacionales se potencian, se transforman, movilizan estados psicoemocionales, saberes o maneras de convivir en casa y fuera de ella?

El tiempo de residir, asumiendo nuestras especificidades, combinado con el tiempo de la cotidianeidad le da un carácter particular a la creación.

Pienso que para Nathalie y para mí la intención de este gesto de Résidence chez moi puede ser pivotar el ritmo de la vida y las costumbres otorgándole a cada movimiento y decisión el brillo de algo nuevo. Somos experimentadoras e investigadoras y somos creadoras porque la cotidianeidad es un laboratorio, un observatorio, un dojo, un huerto.

El ejercicio de residir en casa es un gesto que puede implicar relaciones íntimas y personales con el territorio -incluidos los cuerpos- así como extensas y transpersonales. Esto tiene que ver con la noción de circulación de los espacios y su memoria afectiva. El centro llamado “la casa” desde donde pareciera que se gestan las ideas y acciones vinculadas a un entorno no es el único centro. En ese sentido, todas las comunidades tienen claro ese continuo intercambio entre el adentro y el afuera de maneras distintas, pues no resulta lo mismo un traspatio o solar maya, que el patio de una vecindad en la Ciudad de México o el jardín de la casa de Nathalie. Pero la pregunta es ¿qué pasa cuando nos damos cuenta que los procesos de vida y creación se entretejen en los territorios cotidianos para potenciar prácticas artísticas, somáticas y de cuidado específicas? Me gustaría pensar que todo esto tiene algo de resiliencia y que desde esa perspectiva los bordados de Gestos para la tierra amplían su sentido y razón de ser.

LAS MANOS, LOS HILOS Y LAS FRASES

Acción de tejer hilos en árbol de Nathalie Lavoie y Tania Solomonoff. Acción en video de Nathalie Lavoie.
Impresión de manos de Nathalie Lavoie, Camille Renarhd y Tania Solomonoff
Producción Centro Sagami, en ciudad de Alma, Saguenay.

Acción Árbol e hilo Tania Solomonoff. Foto Nathalie Lavoie. La Baie, Saguenay, 2023.

Acción Nathalie Lavoie Tania Solomonoff. Saguenay, 2023

Acción Nathalie Lavoie Tania Solomonoff. Saguenay, 2023